Espacio limpio
Después de más de seis décadas de vuelos espaciales, siguen orbitando alrededor de nuestro planeta unos 5.000 satélites. Solo unos 1.950 están en servicio; más de tres quintas partes de ellos están abandonados y podrían explotar, arrojando desechos en rutas orbitales de importancia crucial a nivel económico y científico. Esto se añadiría a los más de 900.000 fragmentos de desechos que actualmente están en órbita y que podrían dañar o incluso destruir un satélite en funcionamiento.
En 2018, se valoró en 345.000 millones de dólares la economía espacial, elemento catalizador de la economía mundial. Cualquier pérdida de uso abierto y gratuito del espacio debido al crecimiento incontrolado de la basura paralizaría el futuro de la humanidad.
Hay estudios que han demostrado que este entorno de desechos puede estabilizarse si se aplican plenamente las directrices para la reducción de desechos espaciales y si cada año se retiran de las órbitas más pobladas cinco grandes satélites o etapas superiores en desuso.
La ESA está adoptando medidas para desarrollar con la industria europea un nuevo tipo de diseño de nave espacial, una familia de vehículos que pueda realizar todo tipo de tareas complejas en el espacio, como reabastecer de combustible satélites de alto valor, instalar en estos nuevo equipamiento o incluso desorbitarlos cuando sea necesario.
El mercado para tales misiones de «servicios en órbita» se estimó en 10 millones de dólares en 2016, pero la demanda está creciendo exponencialmente.
Y lo que es más importante, la ESA está trabajando para desarrollar tecnologías, software y sensores que ayuden a las futuras misiones a dejar de generar basura en primer lugar. Esta tecnología, llamada CleanSat, disminuirá la generación de basura espacial y mejorará la conformidad europea con las directrices para la reducción de desechos.
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